Primer Encuentro Nacional de Teoría Crítica “José Sazbón”.
Autoras: Gabriela Massa (Ayudante alumna) - Lic. Adriana Paloma.
Càtedra Epistemologìa, Facultad Psicologìa UNR.
Abstract
“Lo que hoy se anuncia bajo el nombre de tolerancia sirve,
en muchas de sus más eficientes manifestaciones,
a los intereses de la represión”
(Marcuse)
Nuestro escrito intentará retomar la problemática de la tolerancia y la libertad de prensa desde las elaboraciones de Herbert Marcuse en sus escritos “Tolerancia Represiva” y “El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada”, el Prólogo de George Orwell “
Voltaire nos dice: «Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo». En esta simple frase encontramos implícitamente dos términos que mantienen su vigor hasta el día de hoy. Tolerancia y Libertad atraviesan nuestra subjetividad en forma de derechos inviolables; los vemos afirmarse y reafirmarse en los discursos sociales, individuales, epistemológicos, filosóficos, y en especial, en los discursos políticos-legales.
Sin embargo ¿Qué se pide cuando se apelan a estos derechos; cuándo se defienden; cuando se proclaman y se los reclaman? ¿Se puede hablar de una tolerancia y libertad absoluta? Variados son los escritos que nos niegan esta posibilidad. Podemos ver desde Orwell, pasando por Chomsky, llegando a Marcuse una misma problemática donde son cuestionados los mismos dos términos, a saber, libertad y tolerancia.
Tolerancia/Represión, Libertad/Censura. Debemos esclarecer el papel que juegan estos conceptos en la sociedad actual dominada por la lógica del capitalismo y la dominación, tomando en cuenta los aspectos principales que caracterizan a un totalitarismo como tal.
Como sostiene Marcuse “La violencia y la represión son proclamadas, practicadas y defendidas igualmente por gobiernos democráticos y autoritarios”.
Palabras Clave: tolerancia, libertad de prensa, represión, censura, totalitarismo.
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“Diálogo inconcluso Herbert Marcuse, George Orwell y Noam Chomsky: libertad de prensa y tolerancia represiva en la sociedad capitalista”
“La violencia y la represión son proclamadas practicadas y
defendidas igualmente por gobiernos totalitarios y democráticos”
(Marcuse, “Tolerancia Represiva”)
Nuestro escrito intentará retomar la problemática de la tolerancia y la libertad de prensa desde las elaboraciones de Herbert Marcuse en sus escritos “Tolerancia Represiva” y “El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología industrial avanzada”, el prólogo de George Orwell “La libertad de prensa”, y en lo posible, tomando breves citas de “Guardianes de
Tolerancia y Libertad atraviesan nuestra subjetividad en forma de derechos inviolables; los vemos afirmarse y reafirmarse, sobre todo, en los discursos políticos-legales. Sin embargo, ¿Qué se pide cuando se apelan a estos derechos; cuando se defienden; cuando se los proclaman y se los reclaman? Variados son los usos que se pueden hacer de derechos tan abstractos. Esto nos abre la posibilidad de indagar y cuestionar el papel que desempeñan tanto en los gobiernos totalitarios como democráticos. Es necesario aclarar que el objetivo de este trabajo no es asimilar democracia con totalitarismo, sino que se trata de develar ciertos rasgos y mecanismos comunes entre los gobiernos totalitarios y democráticos. Después de todo, la pregunta central es ¿si es posible la existencia de un gobierno sin la presencia de la represión, la censura, la violencia? ¿Sólo por ser una sociedad democrática se está exenta de estos mecanismos? Creemos que el lenguaje y sus usos en el discurso político es el mejor medio para aproximarnos a esta cuestión.
Una forma de empezar este escrito podría ser el dejar implícitos ciertos conceptos, adoptarlos como premisas y a partir de ahí empezar a indagar el tema inherente a este trabajo, a saber, la libertad de prensa y la tolerancia represiva. Pero otra forma de llegar a nuestro tema central consiste en conmocionar estas imágenes mentales, interrogar aquellos conceptos que actúan como verdades y que ya desde antaño se han vaciado de contenido. Después de todo ¿quién no se propone una sociedad donde se respete la tolerancia y la libertad? ¿Quién opina que tales derechos se deban eliminar? Semejantes cuestiones ni siquiera se formulan. Sin embargo, estos principios tan abstractos no están inconexos de la realidad. Se refieren a ella; se utilizan en determinados discursos para determinado fin, en determinada situación y en cierto contexto histórico.
Y es éste el comienzo de la cuestión: hay cierta decadencia del lenguaje, cierto uso-abuso de las palabras que esconde una determinada realidad, que disuelve lo concreto en lo abstracto y contamina el pensamiento. Pues, como dice Orwell “…si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje puede también corromper el pensamiento”. Este es el legado que nos dejan Chomsky, Marcuse y Orwell: “(…) hemos entrado en un periodo completamente orwelliano al respecto. Casi todas las palabras se usan en un sentido que es prácticamente su opuesto”.
¿Qué significa que estamos en una época orwelliana? George Orwell fue un escritor y periodista británico del SXX que le impresionó la capacidad de los estados totalitarios para inculcar creencias firmemente sostenidas y ampliamente aceptadas, aunque carentes por completo de fundamento y a menudo en flagrante contradicción con hechos obvios del mundo circundante. A esta capacidad que tiene el poder establecido para que la verdad no sea percibida y para controlar el pensamiento, Chomsky lo denominó el Problema de Orwell.
Una de las formas de lograr que la gente no vea la realidad fue justamente la creación de
En El hombre unidimensional, Marcuse nos dice: “El resultado es la aparición del conocido lenguaje orweliano (...), que de ningún modo corresponde tan sólo al totalitarismo terrorista. Y este lenguaje no resulta menos orweliano si las contradicciones no se hacen explícitas en la frase, sino que se encierran en el sustantivo. (…) un partido político que trabaja para la defensa y el crecimiento del capitalismo fuera llamado «socialista», un gobierno despótico «democrático» y una elección dirigida «libre», llegaría a ser una forma lingüística —y política— familiar. (…) La sintaxis de la contracción proclama la reconciliación de los opuestos uniéndolos en una estructura firme y familiar. (…) términos como la «bomba atómica limpia» y «la radiación inofensiva» no son más que las creaciones extremas de un estilo normal. Una vez que se ha aceptado la principal ofensa contra la lógica, la contradicción se muestra como un principio de la lógica de manipulación: una caricatura realista de la dialéctica. Es la lógica de una sociedad que puede permitirse hacer a un lado la lógica y jugar con la destrucción; una sociedad con un dominio técnico de la mente y de la materia.”[1]
Así llegamos al interrogante de si esta neolengua es propia sólo de los estados totalitarios o si acaso cumple su papel en las democracias. Para ello indaguemos dos conceptos claves que enfrentamos en este trabajo, a saber, democracia, totalitarismo.
Comencemos por los conceptos de democracia y totalitarismo. ¿Cómo definimos y como nos es definida la democracia? Podemos señalar dos significados que prevalecen del término “democracia” tomando en cuenta la conceptualización que hace nuestra “gran comunidad científica” de ella. O bien se refiere a la forma de gobierno que le otorga el poder al pueblo de gestionar sus asuntos particulares y de elegir a sus gobernantes (por medio de la representación y del voto). O se define por su referencia a un conjunto de cualidades particulares que una sociedad debe de cumplir, como la participación popular, la libertad, la igualdad, el derecho a las minorías, etc.
En gran contraposición definimos el gobierno totalitario: la gran concentración de poder en unos pocos que no son elegidos por un medio representacional y que no permiten la actuación de otros partidos; el conjunto de cualidades particulares a las que una sociedad es sometida como la opresión, la represión, la censura, el terror, la violencia, etc. Ahora bien, harto son los usos de la palabra democracia en los discursos políticos. Estos conceptos circulan y han circulado habitualmente como derechos positivos, como verdades absolutas. En este punto recordamos a Nietzsche: “(…) las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas ya utilizadas que han perdido su fuerza sensible, monedas que han perdido su imagen y que ahora entran en consideración como metal, no como tales monedas.”[2] Nadie parece capaz de emplear giros del lenguaje que no sean trillados. Tomaremos el discurso de nuestra presidenta Cristina Kirchner sobre la ley de medios. Queremos aclarar que se eligió este discurso por su relación con nuestra temática: la libertad de prensa y la tolerancia.
Trataremos, en lo posible ya que nunca se ignora por completo la política, de mantenernos exentos de tomar una posición en contra o a favor del status quo, ya que estos mismos recursos/discursos se encuentran también en la oposición. Nuestro interés es captar los recursos de la neolengua inherentes a todos los discursos políticos, describir el uso que se hace del lenguaje en el ámbito político. Y para que este trabajo tenga su razón de ser debemos aplicarlo a la realidad, llenar las palabras vacías de contenido, disolver lo abstracto y reafirmar lo concreto. Es una invitación, como nos dice Chomsky, a dejar de ser espectadores para ser participantes. Así creemos justificada la elección de un discurso actual sobre una temática vigente, pronunciado en
Nuestra presidenta nos dice: “Porque libertad de prensa no puede ser confundida con la libertad de los propietarios de la prensa, y porque el derecho a la información significa el derecho a toda información. No al ocultamiento de una parte de la información ni a la distorsión ni a la manipulación de la otra parte. (…) Libertad de prensa, libertad de expresión, derecho y acceso a la información están en cabeza de todos y cada uno de los ciudadanos que conforman este bendito país, que son los verdaderos propietarios de estos derechos. (…) Cuando se sancionó esta ley, además de haberlo sido por una dictadura, lo más moderno que existía en materia de comunicaciones era el fax. Esta es también la historia contemporánea de la sanción de esta ley. Hoy por advenimiento de las nuevas tecnologías, con la digitalización, con la incorporación de nuevas normas exige la apertura de nuevos y mayores actores, pluralidad de actores que garanticen a todos los ciudadanos que vamos a poder acceder a las mejores tecnologías y a los mejores precios también de esas tecnologías. (…) Yo creo que esta ley va a poner a prueba a la democracia argentina. Va a ponerla a prueba porque vamos a ver si en nuestro parlamento, y hablo de nuestro porque yo me siento allí como ciudadana, yo tengo representantes. Tengo representantes como miembros del poder ejecutivo; en toda organización democrática hay un sector oficialista, pero también tengo representantes como ciudadana simple y como ciudadana rasa porque yo voté diputados y senadores para que representaran los intereses precisamente del conjunto. (…) Estoy absolutamente convencida de que de esta prueba a la que va a ser sometida nuestra democracia, va a salir victoriosa la democracia. ¿Saben por qué? Porque creo que han sido demasiados años los cuales todos, no solamente quienes trabajan en política, tienen responsabilidades institucionales, sindicales, o empresariales, han visto coartadas sus libertades al no poder escuchar su voz frente a otra voz, su expresión y su verdad frente a otra verdad o frente a otra mentira.”[3]
En el discurso opositor, encontramos por ejemplo, las siguientes frases: “Para aportar a la confusión general, varios sectores que se reclaman no kirchneristas, e incluso a algunos que se autodefinen como opositores, también se han sumado al apoyo a la ley de medios reclamando su inmediata aplicación. Esta conducta, ha sido asumida por los legisladores del Proyecto Sur y por grupos que suelen identificarse como chavistas”. “(…) aclaramos que nuestra posición está inspirada en los principios del socialismo, es decir, en la lucha de la clase obrera por su emancipación de toda explotación y opresión tanto de los capitalistas individuales como de su Estado.”[4]En la primer frase podemos ver cómo se intenta degradar la aprobación de la ley apelando a grupos opositores que luego la apoyan, afirmando así nuevamente el status quo.
Mencionamos las dos nociones predominantes del concepto democracia. Y el punto de partida era problematizar este concepto, esta verdad incuestionable para después ver su uso en los discursos políticos. Aquí volvemos a la cuestión: Libertad, igualdad, tolerancia ¿realmente definen a un gobierno como democrático? Independientemente de si tratamos con un gobierno totalitario o democrático ¿podemos hablar de una libertad y tolerancia absoluta? Estas cuestiones están sepultadas porque, como dijimos al principio,¿quién se propone una sociedad donde no se respete la tolerancia y la libertad? ¿Quién opina que tales derechos se deban eliminar? “Se piensa casi universalmente que cuando llamamos democrático a un país lo estamos elogiando (…) los defensores de cualquier tipo de régimen pretenden que es una democracia, y temen que tengan que dejar de usar esa palabra si se le da un significado.”[5] De la misma manera degradamos un gobierno al llamarlo totalitario, dictadura. En el discurso de Cristina, se ve el uso de la palabra Democracia para promover, elogiar la nueva ley y la palabra Dictadura para desaprobar, degradar la ley vigente. En estos términos, la ley es indiscutible, pues ¿cómo vamos a mantener una ley pronunciada por dictadores? Y ¿cómo vamos a estar en contra de su reformulación por parte de un gobierno democrático que sostiene la libertad y tolerancia para todos y cada uno de los ciudadanos? Tal como lo expresa Marcuse: “Nombres, como ‘libertad’, ‘igualdad’, ‘democracias’ y ‘paz’ implican, analíticamente un grupo específico de atributos que se presentan inevitablemente cuando el nombre se escribe o se menciona. (…) En este mundo del lenguaje público, el lenguaje se mueve mediante sinónimos o tautologías; en realidad, nunca avanza hacia la diferencia cualitativa”. [6]
Chomsky nos dice: “la propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al estado totalitario”. Lo importante en una buena propaganda es que: “(…) Se trata de crear un eslogan que no pueda recibir ninguna oposición, bien al contrario, que todo el mundo esté a favor. Nadie sabe lo que significa porque no significa nada, y su importancia decisiva estriba en que distrae la atención de la gente respecto de preguntas que sí significan algo ¿Apoya usted nuestra política?”[7] Así, “(…) no habrá gente mala en nuestro alrededor que destruya nuestra paz social con sus discursos acerca de la lucha de clases, los derechos civiles y todo este tipo de cosas”[8]. “Así, la palabra se hace cliché y como cliché gobierna al lenguaje hablado o escrito: la comunicación impide el desarrollo genuino del significado. (…) En este caso; la funcionalización del idioma expresa una reducción del sentido que tiene una connotación política. Los nombres de las cosas no sólo son ‘indicativos de la forma de funcionar’, sino que su forma (actual) de funcionar también define y ‘cierra’ el significado de la cosa, excluyendo otras formas de funcionar. El sustantivo gobierna la oración de una manera autoritaria y totalitaria.”[9]
Muchos de los derechos que definen a la democracia no se cumplen. No estamos buscando la culpa en el gobierno de tal persona, sino que el planteo fundamental es si es posible, si existe. Se trate de un gobierno democrático o de un gobierno totalitario, el poder está en otro. Entonces, ¿Qué sería llenar de contenido la palabra Democracia en este discurso? Se habla de Democracia porque la libertad de prensa, la libertad de expresión se reafirma, se garantiza con la aprobación de la nueva ley de medios. Ésta está destinada a romper los monopolios de las grandes empresas en el ámbito comunicacional, y así permitir que las voces de todos sean escuchadas, hasta las que no le conviene al gobierno. Ahora bien, apliquemos esta ley, este derecho, esta forma de gobierno a nuestra realidad. ¿Todos vamos a ser escuchados? ¿Todos vamos a tener acceso a toda información? ¿Cómo va a ser posible? No podemos negar que estamos en una sociedad capitalista; el monopolio surge de ella y los medios de comunicación son propiedades privadas, más que nada, propiedades de alguien, y por más que se socialicen, queden en manos de cada uno, o del Estado o de una institución aparte de él, el poder está en otro siempre. Por más que seamos cada uno propietarios de tales derechos, no quita que respondemos a un gobierno, a una ideología, a un sistema que nos sobrepasa. El poder va de mano en mano. Entonces cabe preguntarse si no estamos cambiando un monopolio por otro. Chomsky nos dice que la información está viciada desde su génesis; sirve a los intereses del poder. La clave del sistema de propaganda son los factores institucionales, un poder invisible, atemporal e impersonal, más allá de todo individuo concreto; se trata de una necesidad institucional.Necesidad Institucional, queremos hacer hincapié en estas palabras. Entonces ¿es posible la existencia de una libertad absoluta por más de que se trate de una democracia? Lo implica la misma existencia de un gobierno, de una institución. Así como es necesario cierto grado de libertad y tolerancia también es necesario cierto grado de censura, represión, y hay distintos tipos de violencia. Esta cuestión va más allá de tal o cual discurso, de tal o cual gobierno. Y por más que parece que nos desbordamos de nuestra temática, por el contrario, cada vez penetramos más en ella. “El lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible. Hay incompatibilidad con los fines que profesan los partidos políticos. Por tanto, el lenguaje político está plagado de eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras. (…) Se bombardean poblados indefensos desde el aire, sus habitantes son arrastrados al campo por la fuerza, se abalea al ganado, se arrasan las chozas con balas incendiarias: y a esto se le llama ‘pacificación’. Se despoja a millones de campesinos de sus tierras y se los lanza a los caminos sin nada más de lo que puedan cargar a sus espaldas: y a esto se le llama ‘traslado de población’ o ‘rectificación de las fronteras’.
Se encarcela sin juicio a la gente durante años o se le dispara en la nuca: y a esto se le llama ‘eliminación de elementos no dignos de confianza’[10].” En términos orwellianos: se les quita el poder a las grandes empresas sobre los medios, se le otorgan los medios a otros propietarios quedando el poder de expresarse siempre en una institución ajena a cada uno de nosotros y a esto se lo llama “triunfo de la democracia”, “destrucción de monopolios” y “triunfo de la libertad de prensa y de expresión”.
Conclusión
“La unificación de los opuestos que caracteriza el estilo comercial y político es una de las muchas formas en las que el discurso y la comunicación se inmunizan contra la expresión de protesta y la negación. ¿Cómo puede tal protesta y negación encontrar la palabra correcta cuando los organismos del orden establecido admiten y anuncian que la paz es en realidad el borde de la guerra, que los últimos cañones llevan consigo la justificación de su precio, y que los refugios contra bombas pueden ser muy acogedores? (…) Sin embargo, su lenguaje atestigua el carácter represivo de esta unidad.”[11]
“Si la tolerancia sirve en primer término a la protección y conservación de una sociedad represiva, si se dedica a neutralizar la oposición y a inmunizar al hombre frente a otras y mejores formas de vida, entonces la tolerancia se ha pervertido.”[12]
Con este breve esbozo queremos dejar abierta la cuestión acerca del papel de los derechos de la libertad de expresión y la tolerancia tanto en los gobiernos democráticos como totalitarios. Muchas veces estos conceptos son utilizados para distintos fines y casi siempre como operadores institucionalizados. Pues, después de todo… ¿es posible la existencia de un gobierno que escape a las “vacuolas de control”, sin censura, sin represión, sin violencia…?
Bibliografía consultada.
Chomsky, Noam, “El control de los medios de comunicación”, en Cómo nos venden la moto, Icaria Editorial, España, 2008.
Fernández de Kirchner, Cristina, Cristina Kirchner Ley de medios 02 [en línea; grabación audiovisual] <http://www.youtube.com/watch?v=qEFEdIQwf4A> [Consulta: 15 de septiembre de 2010].
Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Editorial Planeta-Agostini, España, 1985, págs. 120 y 121.
Marcuse, Herbert, “Repressive tolerante”, en: Wolf R. P., Barrington Moore J. T. y H. Marcuse, A critique of Pure Tolerance,
Nietzsche, Friedrich, El libro del filósofo, Editorial Taurus, España, 2000.
Orwell, George, La política y el lenguaje inglés [en línea], ensayo publicado en 1946. <http://bioinfo.uib.es/~joemiro/RecEscr/Politicayidioma.pdf> [Consulta. 15 de septiembre de 2010].
UJS Partido Obrero, 10 mentiras sobre la nueva ley de medios, www.ujs.org.ar, 2010.
[1] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Editorial Planeta-Agostini, España, 1985, pág. 119.
[2] Nietzsche, Friedrich, El libro del filósofo, Editorial Taurus, España, 2000.
[3] Fernández de Kirchner, Cristina, Cristina Kirchner Ley de medios 02 [en línea; grabación audiovisual] <http://www.youtube.com/watch?v=qEFEdIQwf4A> [Consulta: 15 de septiembre de 2010].
[4] UJS Partido Obrero, 10 mentiras sobre la nueva ley de medios, www.ujs.org.ar, 2010.
[5] Orwell, George, La política y el lenguaje inglés [en línea], ensayo publicado en 1946. <http://bioinfo.uib.es/~joemiro/RecEscr/Politicayidioma.pdf> [Consulta. 15 de septiembre de 2010].
[6] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Editorial Planeta-Agostini, España, 1985, pág. 118.
[7] Chomsky, Noam, “El control de los medios de comunicación”, en Cómo nos venden la moto, Icaria Editorial, España, 2008.
[8] Íbidem.
[9] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Editorial Planeta-Agostini, España, 1985, pág. 117.
[10] Orwell, George, La política y el lenguaje inglés [en línea], ensayo publicado en 1946.
<http://bioinfo.uib.es/~joemiro/RecEscr/Politicayidioma.pdf> [Consulta. 15 de septiembre de 2010].
[11] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional. Ensayos sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Editorial Planeta-Agostini, España, 1985, págs. 120 y 121.
[12] Marcuse, Herbert, “Repressive tolerante”, en: Wolf R. P., Barrington Moore J. T. y H. Marcuse, A critique of Pure Tolerance,
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